La Muerte como Elemento Narrativo

La Muerte como Elemento Narrativo

No hay mejor fecha para hablar sobre la muerte que en la víspera del día de muertos. Para los escritores, el fallecimiento de un personaje es un elemento que, en términos ideales, marca un antes y un después en el curso de la obra. Si eres escritor novel, quizá esta entrada te ayude a sentar las bases para tu próxima escena trágica.

LA MUERTE DEBE TENER SIGNIFICADO

Incluir la muerte en una historia implica manejar un concepto poderoso y universal. Las escenas que tocan este tema deben ser impactantes y significativas. El miedo a morir es uno de los temores más profundos y comunes, y esto lo convierte en una herramienta narrativa valiosa para capturar la atención del lector. Sin embargo, su relevancia variará según el género y la trama: en una comedia, la muerte suele ser ocasional o caricaturesca, pero en el drama y el terror, debe sentirse tangible, presente y, sobre todo, amenazante.

Un gran ejemplo es el anime y manga Attack on Titan. ¿Qué es lo que mantuvo a los espectadores al borde del asiento? La incertidumbre de si sus personajes favoritos sobrevivirían al próximo capítulo. Esta sensación de peligro aumenta la tensión y evita caer en el cliché del «héroe invencible». Para los lectores, esto añade realismo y emoción, haciéndolos seguir pegados a cada página, pues la muerte se convierte en un riesgo latente.

Si nos vamos a mis obras, en Nada que Cambiar hablo de la muerte del padre de Joshua. Este hecho le da motivación al protagonista, lo hace reflexionar y le confiere humanismo. El fallecimiento se presenta como un elemento que da profundidad a lo que vive el personaje principal.

EL INICIO DEL FIN Y VICEVERSA

Las historias que inician con una muerte o que tienen la muerte como eje central pueden ser especialmente cautivadoras. Usar el final como punto de partida le da a la narrativa un giro original, creando una experiencia que atrapa desde el principio. La literatura negra y el thriller psicológico exploran muy bien este recurso, y es común ver a un personaje que ha fallecido como punto de partida de una investigación o un conflicto personal en el protagonista.

Pero no solo el inicio importa: el momento de la muerte puede también ser el punto de inflexión, aquel que redefine los objetivos del héroe o del villano. En estos casos, la muerte deja de ser un simple evento y se convierte en un catalizador que impulsa la historia hacia su clímax. Lo peor que podemos hacer como escritores es tratarla como un recurso «gratuito» o sin consecuencias. Si un personaje muere y no provoca un cambio en la vida del protagonista o en el equilibrio de fuerzas, esa muerte se siente vacía y su impacto en la historia se desvanece.

EL DEDO DE LA MUERTE

Es natural que queramos incluir una muerte en nuestros escritos cuando escribimos ficción, pero el reto es saber qué personaje sufrirá un trágico destino. Para facilitar las cosas, todos nuestros personajes deben desarrollarse de forma adecuada. Si muere un personaje terciario, el cual tuvo poco o nulo contacto con el personaje principal, quizá el lector se olvide siquiera de su existencia. En cambio, si un personaje secundario (o incluso principal), carismático y bien construido fallece, este será recordado para toda la vida. Por lo anterior recomiendo dedicar al menos una o dos páginas a analizar y definir la muerte de un personaje relevante. Pregúntate por qué debe morir y qué consecuencias tendrá su muerte en la trama. ¿Qué cambios provocará en la vida del protagonista o en el curso de la historia? Reflexionar sobre cómo ocurrirá también es crucial: ¿Será heroica, trágica o inesperada? Cada detalle de esta escena puede enriquecer o debilitar el impacto emocional en el lector.

CONCLUSIONES

Hablar sobre el fin del camino no es sencillo. Nunca debemos tomar a la ligera un tema tan profundo, capaz de dar vida a escenas memorables y dramáticas. La muerte, bien manejada, puede aportar una personalidad única a cualquier obra, dejando una huella duradera en los lectores. Aspiro a escribir muertes que puedan trascender, aunque me gustaría no depender de ellas como el único recurso para contar historias conmovedoras y significativas. ¿Qué piensan ustedes?

— J. J.

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