Te encuentras en uno de los sillones dentro del campus de tu universidad. Los pasillos están concurridos por los cambios de clase. Estás mirando la pantalla de tu computadora, sigues con un Word en blanco en el que debería estar un repaso para tu próximo examen. Por más que te esfuerzas, esa hoja sigue vacía. Tu cabeza está en otro lado, inconforme con lo que el corazón siente. Estás distraído porque te abruma tu alrededor, pues acabas de pasar un evento difícil en tu vida. Ocultas tu tristeza detrás de las obligaciones como estudiante, y es ahí cuando tomas una decisión, justo después de dar un suspiro que quizá algún transeúnte escuchó.
A pesar de que ignoro el día exacto, sé perfectamente cómo me sentía antes de iniciar lo que hoy es Quinesis. Escribí por necesidad, porque era mi forma de desahogarme y sentirme pleno. Escaparme del presente imaginando a mis personajes afrontar sus propias dificultades, pero sin despegarme de la cruda verdad de la realidad, era terapéutico.
Las cosas han cambiado desde que escribí «La Teoría de lo Holístico», el primer capítulo que conforma mi primera obra. Han pasado siete años desde entonces. He cambiado en el trayecto, y también mi escritura se ha transformado; sin embargo, sigo escribiendo porque es lo que me llena. Este universo literario es un espacio donde puedo descargar todos esos pensamientos que tengo mientras sueño despierto. En otras palabras, creé un lugar seguro, y lo mejor es que no es exclusivo de mi persona.
Tú, quien está leyendo esto, quiero que sepas que en Quinesis U encontrarás un sinfín de aventuras. Mis personajes son la puerta a este universo. Los he creado sensibles e imperfectos para que sientas empatía con ellos y, quizá, identificarte. La intención es que sepas que no estás solo, que hay alguien que la pasa mal, y sigue adelante.
Que mis letras sean aquello que buscas.
Bienvenido a Quinesis U.
— J. J.