Reposar para volver a Intentar

Reposar para volver a Intentar

Para los escritores hiperactivos el descanso no forma parte del vocabulario. Mi editor es alguien muy organizado, y dentro del esquema de trabajo siempre incluye un periodo de reposo obligatorio. Esto es para que, al momento de trabajar en las correcciones, la narrativa no se quede estancada o se repitan los mismos errores.

En mi experiencia, dejar reposar un escrito una o dos semanas antes de retomarlo puede mejorarlo de forma exponencial. Al principio era escéptico: pensaba que eso retrasaría la “producción” porque llevaba un buen ritmo, escribiendo de cuatro a cinco páginas diarias. Sin embargo, una vez que te detienes y vuelves a leer esas páginas que creías que serían el próximo Nobel, te das cuenta de que quizá no eran tan buenas. No me malinterpreten, no se trata de reescribir por reescribir, sino de hacerlo de forma inteligente.

Para hacer esto más dinámico, les contaré una anécdota con Quinesis. Para quienes son seguidores, sabrán que hay dos ediciones de mi primera obra. Hay una escena en donde Irina sugiere a Vlad hacer una réplica del topacio para engañar a Zeta y evitar que este ponga sus manos en el eterito. Bien, en la primera edición, Irina le da el topacio a Vlad. Si prestaron atención a las reglas de los eteritos, sabrán a dónde quiero llegar. Esto no puede ser posible porque, en toda la narrativa, dejo implícito que separarse del eterito puede llevar a la muerte del portador. Este es un ejemplo de cómo una mente cansada puede tener percepciones distintas de la realidad y rara vez se da cuenta de errores como estos. ¡Debo decir que leí más de veinte veces esa escena y no me percaté del error hasta mucho tiempo después! Aclaro que modifiqué la escena en la segunda edición, y, así como ese, tuve varios fallos que fui puliendo una vez que dejé descansar la obra por un par de años.

La moraleja de todo esto es que, a veces, nos empeñamos demasiado en conseguir objetivos a la primera y sin errores, cuando pocas veces sucede así. Regresar al punto donde nos quedamos, con la mente relajada y enfocada, es garantía de que un segundo, tercer o cuarto intento será mucho mejor que el anterior.

¿Qué te parece? ¿Te animarás a darte un respiro antes de continuar?

— J. J.

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