El pasado 9 de marzo se cumplieron tres aniversarios de mi segunda obra. Este libro representa una evolución en mi escritura, y también me permitió depositar mis experiencias en una historia. Tal vez esa es la razón por la que disfruté escribiendo cada capítulo, sentía que evocaba momentos que me hicieron felices (y otros no tanto, pero es parte de escribir).
Me esforcé para que el lector pudiera empatizar con el protagonista, un joven llamado Joshua Rodríguez, que toma el valor de salir de su ciudad natal para cumplir con una promesa a su padre: ser buen médico. Una premisa sencilla, pero que refleja la realidad de muchos estudiantes. Es posible ponerse en los zapatos de Joshua y entender por qué siente y ve la vida de esa manera, pues lo escribí como si fuera un amigo cercano. Debo agregar que tomé mucha inspiración de Las Ventajas de Ser Invisible de Stephen Chbosky, pues su personaje, Charlie, tiene una personalidad similar a la del futuro médico.
Lo que hace esta obra tan especial, sin menospreciar a su hermano mayor, Quinesis, es que al escribirla fue un respiro. La fantasía, al menos a experiencia personal, es más compleja de desarrollar. Venía de escribir una novela de más de 400 páginas donde la acción era el plato fuerte, y un error al momento de seguir la escaleta me podría condenar a reescribir cosas (lo cual terminé haciendo). Quería algo sencillo, algo que me permitiera desahogarme, y la solución era clara: hablemos de mi experiencia y hagámosla una historia. ¿El resultado? Una sensación de paz indescriptible.
Nada que Cambiar es más que una precuela de Joshua. Es un libro que me permitió conectar con mi personaje y encontrarle su voz. Debo agradecer a Pedro y Karen, quienes fueron parte importante de su creación. Sin el apoyo de mi editor y correctora, ninguna de mis obras sería lo que es hoy, y a tres años de su lanzamiento, me sigue erizando la piel como cuando la desarrollé por primera vez.
Si ya la leíste, te agradezco infinitamente; y si no, espero que puedas darle una oportunidad a mi obra más personal. Te prometo, lector, que será un tiempo bien invertido.
— J. J.